Con él descubrí un camino y un andar que me condujo al océano de mi ser: Alegrías y tristezas, sueños y desvelos, ausencias y silencios, amor, viento, cielo y mar. Solo el podía hacerlo.
Así, sembrando garabatos en el tiempo, revuelvo los mares y agito los ríos con torrentes de ternura contagiosa. Y me imagino por un momento que con música celeste voy llenando de suspiros y notas las locuras de esta vida.
Entre pensamientos distraigo la mirada, esperando por un día transparente y guardo tras estos garabatos el reflejo de una lágrima que siente.
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