Se giró un poco y notó un cuerpo a su lado era ella, la chica del reflejo en el agua, empezó a acariciarlo como si lo hiciera la brisa, sin ninguna solemnidad. La desnudó con una facilidad pasmosa, las prendas se salían como si no las tuviera.
Su cuerpo se puso sobre el suyo como una hoja de un árbol que se acercara a otra hoja, sin hacer ningún ruido, en estado de gracia. Todo ocurrió como si no ocurriera, algo extraordinario se extendió por el cuarto, un placer sin nombre, una libertad asombrosa. Y el nunca pudo olvidar aquella triste chica reflejada en el agua.
-Solo mis simples garabatos.
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