Puedo afirmar que el poder de una palabra, sólo una, puede aliviarse o hundirte. Realmente, era sin duda lo que me hacía falta. Esas pequeñas cosas que son veces absurdas y a veces insignificantes, son al fin y al cabo, las que hacen que finalmente todo valga la pena.
Y en este caso me devolvió cada una de las ganas con las que empecé y me recordó, de alguna manera, quién soy y por qué estoy donde estoy. No puedo decir otra cosa que no sea... ¡Gracias!
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