Las flores llegaban y se marchitaban por el clima de un recuerdo, un recuerdo vestido de una frase hiriente, un recuerdo de una carta con destino ajeno.
Su inapetencia a lo que un día fue lindaba con la amargura de un reproche ante un error, su sonrisa era una fotografía y su silencio se confesaba ante el reflejo de un espejo cuya imagen sólo ella veía.
Ella un ángel con las alas aún heridas, caminaba porque no quería intentar volar, su consuelo era esperar que se ocultase el sol para que la luna la abrazara, su confianza se basaba en la coraza que ahuyentaba el frío...pero también el calor. Su ilusión vestía de miedo.
Y sus alas fracturadas serían sanadas por el tiempo y sus alas aún heridas le pedían que ella vuele, más temores a una decepción la mantenían en el suelo y esperaba aun sumisa al designio del destino.
Ella puede, si intentase, enamorarse de la dicha. Respirar junto a su anhelo y empaparse de un delirio. Ella sabe que sus alas son más fuertes y que el cielo es aún posible... pero espera.
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