Tengo ganas de fingir demencia, salir a la calle con el cabello vuelto pájaros, sin nombre, sin pasado, imbuido por el momento de una locura que se transmita, disfrazado de mendigo que en lugar de pedir dinero lo regale a todas las personas vestidas de pingüinos, viéndolos al rostro y sonriéndoles para decirles, muchas gracias por aceptar mi dinero, es usted muy amable.
Tengo ganar de fingir ceguera, tener fe en el absurdo de que esa locura podría salvar a las personas de sí mismas como lo está haciendo conmigo, como un ciego que ve el alma y no el físico, que es capaz de hacer sentir al otro que por fin es visto tal y cómo es y no como todos quieren que sea, decirles “te veo con tus propios ojos, no soy yo quién te ve sino tú mismo”.
Tengo ganas de gritar enmudecido para que el silencio colme la mente de quienes logren captarlo, para que callen sus ideas de perfección, sus deudas, sus dolores, y se piensen sólo de sí mismos, para que piensen que su existencia dentro del silencio es única pero no solitaria.
Tengo ganas de morir de amor, para que todo el que lea mi historia sepa que es una bella forma de morir, que morir amando es morir completo y se aleja mucho de la definición en la que no queda nada, que mis últimas palabras sean bendiciones para la vida que me quitó todo y al mismo tiempo me lo dio todo.
Tengo ganas de fingir demencia, salir a la calle con el cabello vuelto pájaros, ¿me acompañas?
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